¿Te has preguntado más de una vez cómo aplicar la inteligencia emocional en tu trabajo? Uno de los más aclamados filósofos de todos los tiempos Immanuel Kant nos dice que “Se mide la inteligencia de un individuo por la cantidad de incertidumbres que puede soportar”; muchas veces estamos llenos de dudas y no sabemos cómo resolverlas o cómo actuar ante ciertas situaciones que se nos presentan, olvidándonos de aplicar nuestra inteligencia.
Por otro lado es muy importante tomar en cuenta que la educación emocional es algo que se debe cultivar poco a poco y es la base de la inteligencia emocional.
En el trabajo es normal tener desacuerdos en ocasiones o sentir presión al momento de entregar un proyecto importante. El chiste es saber tomar con la mejor actitud lo que se nos presente y aprender de quienes nos rodean, aun cuando no parezca tan sencillo.
El concepto de inteligencia emocional es muy amplio y depende de qué ámbito se tome, muchas veces escuchamos la frase “Le hace falta inteligencia emocional” y no sabemos a qué se refiere o si es algún tipo de inteligencia misteriosa.
Lo que sí es seguro es que en cuanto a controlar nuestras emociones se trata, surgen diversas interrogantes de cómo hacerlo y más en un lugar tan estructurado y arbitrario como suele ser un trabajo.
Quizás estás teniendo un mal día y el retraso de un envío o un paquete perdido te saca los pelos de punta, ¿qué puedes hacer en esos casos? Bueno, en esta nota te hablaremos un poco sobre cómo manejar tus emociones en esta clase de situaciones y te daremos algunos útiles consejos.
¿Cómo manejo mis emociones en mi trabajo?
Primero debemos preguntarnos, ¿qué relación tengo conmigo mismo? De ahí partirás a conocer tu forma de tratarte y de reaccionar ante tus acciones. Una vez que analices la manera en la que te comportas podrás saber cómo eres con los demás.
Tal como nos menciona Daniel Goleman en su libro La práctica de la inteligencia emocional,” Los centros cerebrales primitivos de la emoción albergan las habilidades necesarias tanto para gobernarnos a nosotros mismos como para desarrollar nuestras aptitudes sociales”.
Nuestro cerebro está compuesto por un sin fin de emociones y de ahí nacen nuestras habilidades para gobernarlas y poner ciertos límites. Un consejo para hacer el trato con los demás más empático sería aplicar las bases de la relación que tienes contigo mismo, es decir, si tu te respetas y ordenas tus pensamientos; pues aplica esas mismas premisas con los demás. No hay nada mejor que el respeto y orden entre colaboradores. Por ejemplo: un correo escrito con amabilidad puede hacer la diferencia.
Usar la ética ante todo
“Con los actos sucede absolutamente lo mismo que con las pasiones: pueden pecar por exceso o por defecto, o encontrar un justo medio”.- Aristóteles
Es importante reconocer aquello que nos mueve más el piso, eso que de plano no toleramos, ya sea de algo o de alguien y poder encontrar un lugar zen en nuestro interior, para canalizar esa energía en el yoga por ejemplo, se utilizan las asanas o respiraciones para sacar todo aquello que nos molesta y poder llegar a discernir lo que está bien para nosotros y que no lo está.
Encontrar un punto medio como menciona Aristóteles, es posible, podemos tomar unos minutos y meditar que vamos a decir o cómo vamos a actuar; aunque no sea fácil controlar nuestras emociones.
Tener fe en uno mismo
Daniel Goleman menciona que “Las personas autosuficientes afrontan sin dificultades los desafíos pero quienes dudan de sí mismos la mayor parte de las veces ni siquiera lo intentan, por bien que puedan hacerlo"; ¿te ha pasado que sientes que hay situaciones que no puedes o sabes cómo controlar? Es algo normal y que nos pasa a todos, así que no te preocupes, puedes sobrevivir a esto.
Algo que debes tener muy presente es que todo tiene un control y tarde o temprano lo encontrarás; muchas veces en el trabajo sentimos como se va formando una bola de nieve gigante y cuando nos damos cuenta nos encontramos corriendo para no quedar atrapados en medio de una avalancha. Para evitar este tipo de situaciones tenemos que tener fe en nuestras capacidades y sobre todo tener fe en uno mismo.
La gota que derramó el vaso
Muchas veces tomamos cosas simples y nos complicamos con ellas. ¿cierto? Decía Charles Buckowski que “no son las grandes cosas las que terminan llevándonos al manicomio sino el cordón del zapato que se rompe cuando no tenemos tiempo para arreglarlo", esto es muy cierto, ¿cuántas veces por un simple correo terminamos explotando y sentimos que no podemos más? Es fácil complicarnos con una sola cosa y ahí terminar cayendo en un pequeño momento de histeria matutina.
Algo muy importante que nos comparte Daniel Goleman “que el estrés se construye sobre estres"; tarde o temprano es como una pila de libros que se caerá encima de nosotros sin darnos cuenta. Para dar el primer paso debemos tener en mente que el estrés seguirá siempre ahí, depende de nosotros cómo manejarlo.
Sé que podemos decir cosas como: se me descompuso el carro o no alcancé a guardar el archivo de la presentación, etc. Siempre habrán cosas y personas que como bien dice el dicho “Nos saquen el tapón o nos pongan los pelos de punta"; otro consejo es; ¡No te lleves el estrés a tu casa! Es lo peor que puedes hacer, ya que se convierte en un círculo vicioso.
Cuando no sabes ni donde meterte
Hay días en los que simplemente quieres salir corriendo y ser libre por el mundo, pero sabes que por más que quieras, tienes que volver a la realidad. Y la realidad es que las cosas no son tan fáciles como parecen. La impotencia es uno de los sentimientos más frustrantes que sentimos ocasionalmente, te paraliza y te hace sentir totalmente frustrado.
¿A quién no le ha pasado que comete un error y no sabe ni dónde meterse? ¡A todos! En algún momento sin querer nos ha pasado desde un simple error de dedo, hasta causar una pérdida monetaria a la empresa. ¿Cómo superarlo? Podría decir que respirando profundo y prometer que nunca volverá a pasar, pero eso no funciona del todo.
Para estas situaciones habrá que utilizar principalmente la razón, la razón es quien tiene la última palabra al aprender a manejar nuestras emociones y trae consigo la premisa de que “Eres lo que piensas"; así que es cuestión de verle el lado positivo a las cosas, porque o nos amargamos o sacamos el mejor provecho.
Recuerda:
Las emociones son cambiantes y con ellas en ocasiones no sabemos qué va a pasar, pero podemos concluir en que la inteligencia emocional consiste en saber cómo manejar nuestras emociones, no sólo en el trabajo sino en la vida diaria.
Aristóteles nos dice lo siguiente “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo", esto nos lleva a reflexionar lo difícil que es tener control sobre uno mismo y nuestras emociones; pero nos hace más fuerte poder manejarlas de una manera que nos favorezca.
La inteligencia emocional se da poco a poco y hay que ponerla en práctica, hay muchas maneras de hacerlo posible, ¡inténtalo!
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