Por Jorge Enrique Velarde, director de Programas Académicas de EGADE Business School
El liderazgo de las empresas está tomando una nueva dinámica a nivel mundial, como resultado de cuatro condiciones simultáneas que generan retos mayores en la toma de decisiones. En primer lugar, un ambiente de alta volatilidad que resurge continuamente; segundo, la incertidumbre que se genera por los distintos caminos que pueden llevar a la recuperación económica; tercero, una mayor complejidad por los constantes cambios que existen en el entorno, y por último, un ambiente ambiguo debido a la falta de claridad sobre el impacto que pudiera tener la crisis en los distintos sectores.
Es evidente que las condiciones anteriores se mantendrán en la medida en que no tengamos respuesta a tres preguntas que, hoy en día, todos nos formulamos: ¿cuándo se controlará la pandemia?, ¿cuánto más durará la inestabilidad?, y ¿qué tan profundo será el daño económico?
Ante una incertidumbre de tal magnitud, la toma de decisiones empresariales debe ser permanente, ágil, rápida y creativa, además de estar enfocada en los tres pilares del modelo de negocios: en la estructura de costos, en las fuentes de ingresos, y en la propuesta de valor; de forma que se pueda conservar la continuidad del negocio.
Respecto a las fuentes de ingreso, las empresas han sido afectadas por los cambios en el comportamiento de la demanda y los niveles de ingreso de los consumidores, quienes se han visto obligados a ajustar la estructura de su gasto y la forma de consumir productos. Por consiguiente, las decisiones empresariales en este momento deberán de enfocarse en crear nuevas formas de acercamiento a sus clientes a través del uso de tecnologías digitales y nuevos esquemas que ayuden a la recuperación de su poder adquisitivo a través de fuentes de financiamiento responsables para el consumo.
Por otro lado, en cuanto la estructura de costos de las empresas, su impacto es resultado de las afectaciones globales en las cadenas de suministro, generando entre otros impactos escasez de insumos, incremento en los precios y problemas de distribución. Por ello, las decisiones empresariales deben enfocarse hacia la contención de costos y gastos, la disponibilidad de flujos de efectivo, la búsqueda de proveedores alternos, la conservación y/o búsqueda de líneas de crédito, así como mantener un acercamiento con los clientes, prestamistas e inversores en miras a conservar la salud financiera del negocio.
Por último, en tiempos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (VICA) que generan afectaciones en los niveles de ingreso de las empresas y su estructura de costos, las empresas deben empezar a cuestionar y tomar decisiones respecto a su propuesta de valor. Más aún, deben comenzar a innovar y adoptar un modelo de negocio renovado y enfocado a las nuevas condiciones del entorno (llámese nueva normalidad o realidad) con miras a mantener su negocio y asegurar la continuidad de la empresa.
Artículo originalmente publicado en ASOFOM
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