Hace 76 años, Don Eugenio Garza Sada hizo historia, fundando con gran éxito el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) con el apoyo de otros orgullosos empresarios regiomontanos, también conscientes de su entorno y de la situación en México. En un contexto donde la educación oficial distaba mucho de la realidad que se vivía y sin apoyo del gobierno, el 6 de septiembre de 1943 se abrieron por primera vez las puertas de este recinto educativo, ubicado en el número 854 de la calle Abasolo, en un edificio rentado y con 227 alumnos.
Estas son las valiosas lecciones de liderazgo que nos legó Don Eugenio Garza Sada y que han sido pieza clave para posicionar al Tecnológico de Monterrey como un referente inspirador de innovación educativa y formación profesional al servicio de su entorno, a lo largo de más de 7 décadas, no sólo en México, sino también a nivel internacional.
1. Toma decisiones analíticas por encima de la inspiración o de la intuición
Eugenio Garza Sada impulsó este proyecto que no sólo contribuyó al desarrollo de Monterrey, sino del país entero, con una nueva visión de la educación con la participación del sector privado. Dada la burocracia y los obstáculos por parte de las instituciones oficiales, decidió que la nueva universidad sería particular, sin niguna intervención gubernamental. Ante esta situación, decidió no echar a la suerte el financiamiento de la misma y se dio a la tarea de construir una sociedad encargada de sostener económicamente a la nueva institución.
Sustentado en su experiencia en el sector empresarial y la confianza que había creado en el mundo de los negocios, el 14 de julio de 1943 formó la Asociación Civil Enseñanza e Investigación Superior (EISAC), cuyo objetivo es colaborar en el desarrollo de la educación y la cultura en Monterrey, buscando como primer meta, la creación del Tec.
Además, para el empresario, las necesidades inmediatas requerían soluciones eficaces y precisas. No obstante, comprendió que, aunque los resultados fueran a largo plazo, era más redituable invertir tiempo y dinero en la formación de jóvenes mexicanos para coordinar empresas nacionales, que seguir importando a los profesionales del extranjero. Y, sobre esta misma línea, identificó que esta inversión no sólo contribuiría a la educación, sino al capital humano de México, generando un retorno de inversión aún mayor.
2. Piensa en el interés del negocio más que en el propio
Don Eugenio procuraba ser muy discreto y no figurar como líder del proyecto, sino otorgarlo todo el protagonismo al instituto. Además, en un principio, él mismo recorría en su automovil por las empresas de sus amigos y conocidos con la finalidad de solicitar donativos y ofrecer información académica a las personas interesadas. De esta forma, logró que, poco a poco, todos los individuos que realizaban aportaciones sintieran el proyecto como propio y como un objetivo compartido.
3. Reconoce el mérito de los demás
Por otro lado, sabía distinguir qué ámbitos estaban bajo su competencia y cuáles podían salir de sus manos, por lo que no temía en delegar responsabilidades. De esta forma, tuvo la habilidad de seleccionar al candidato adecuado para la dirección del Instituto, el Ingeniero León Ávalos y Ves, para que fuera el encargado de decidir las carreras que se ofertarían y elaborar los programas de estudio.
Y, para mejorar su relación con los miembros de la comunidad, puso el ejemplo, alejándose de favoritismos y privilegios, fortaleciendo los vínculos con trabajadores y estudiantes, brindando un trato equitativo, lo mismo con directivos que con los empleados de limpieza.
De esta forma, buscaba reconocer a todos los que impulsaban el éxito de la empresa, distinguiendo de forma espontánea, pronta y pública. Tenía claro que usurpar dicho crédito era un acto poco profesional, carente de liderazgo.
4. Disfruta tu trabajo
Una muestra clara de la pasión que sentía por su labor era el cuidado que ponía en cada detalle. En alguna ocasión se destacó la siguiente frase que lo describía con precisión:
Así mismo, creía que era sumamente válido que las personas tuvieran pasatiempos y otros intereses que los llenaran de alegría, más allá de la rutina laboral, sin embargo, consideraba que si se percibía como un sacrificio trabajar algún sábado o permanecer horas extras, de forma extraordinaria, en caso de ser necesario, entonces lo que se requería era tomar un descanso y otra empresa para trabajar.
El resultado del esfuerzo, la disciplina y la visión
Como los frutos del compromiso de Don Eugenio y todos los que han formado parte de esta gran comunidad, hoy en día, el Tenológico de Monterrey cuenta con 26 campus en México, que siguen mejorando continuamente, y con 18 sedes y oficinas internacionales en el mundo.
Sin duda, los principios de Eugenio Garza Sada siguen vigentes y día con día cobran mayor importancia ante los nuevos retos de la sociedad en la que vivimos. Así que, atrévete a marcar la diferencia y sigue creciendo, implementando en tu formación estas lecciones que, seguramente, te llevarán a alcanzar el éxito.
*Con información de: Tecnológico de Monterrey, Contecta, Don Eugenio Garza Sada. Ideas, acción, legado por Gabriela Recio Cavazos.
Escrito por