Sin importar las crisis económicas o sanitarias, las guerras y la contaminación, en un aproximado de 100 años, la población mundial ha pasado de mil millones de habitantes a cerca de siete mil millones, y este porcentaje sigue aumentando a una velocidad impetuosa.
Estudios recientes, publicados en la revista “Science”, presentaron datos donde aseguran que en 2100 se alcanzarán los 11.000 millones de habitantes en la Tierra, 2.000 millones más de lo que se había estimado hasta ahora (9.000 mll). Asimismo confirmaron que, entre 1950 y 2011, la población urbana tuvo un aumento de 3,600 millones de personas, esto es más de la mitad de la población mundial que vivía en el 2015. Por consiguiente, en 2030 un 60% de la población mundial vivirá en zonas urbanas y se prevé que en el 2050 llegue al 75%.
A través de su historia y vista como un fenómeno metropolitano, la Ciudad de México, configura disciplinas como la arquitectura, la política, la economía y la cultura, de manera que proporciona mecanismos de integración social, por esto, en comparación a otras ciudades del país, ésta tiene una mayor cantidad de migrantes antiguos, quienes han residido allí durante años.
Alicia Ziccardi, miembro del Investigaciones Sociales de la UNAM, considera que “se trata de una de las megaciudades del mundo que en 2010 registraba más 21 millones de habitantes distribuidos de manera concentrada y a la vez dispersa en 16 demarcaciones, actualmente denominadas alcaldías de la Ciudad de México, 59 municipios conurbados del Estado de México y 21 municipios del estado de Hidalgo”. De igual forma, según el Índice de las Ciudades Prósperas (CPI) de la ONU-Hábitat, “sigue un patrón de crecimiento expansivo y de baja densidad [lo cual] implica un consumo ineficiente del suelo, genera estructuras urbanas discontinuas y con alto grado de fragmentación, lo que es ineficaz, inequitativo y financieramente insostenible”.
No sólo la centralización ha repercutido de manera grave en el el estilo de vida de quienes habitan la ciudad, sino también en su ecosistema pues, si la población crece, no sólo habrá problemas ambientales sino que afectará la producción de alimentos ya que se presenta una demanda desmedida de una metrópoli extensa con recursos suficientes para todos. Esto ha traído efectos como el crecimiento urbano e industrial, que va de la mano con el desplazamiento de población, modificando la vida que llevan los habitantes y acrecentando una crisis, incluso, de movilidad.
Por otra parte, las alcaldías en la periferia sufren mucha desigualdad económica pues hay una carencia considerable de servicios básicos, no existen alternativas de productividad y por ende, de ingresos monetarios, y por si fuera poco, las opciones de movilidad son insuficiente para poder trasladarse y generar una entrada económica fija.
Para evitar que esto suceda aceleradamente es primordial encontrar un equilibrio en el diseño de esta y otras metrópoli, no sólo desde el punto de vista arquitectónico, sino llegar a un comun acuerdo político y social para desarrollar estrategias que fomenten una urbanización verdaderamente conveniente para todos, con espacios sostenibles e igualitarios, que garanticen la mejor calidad de vida para toda su población.
Estas disciplinas urbanas y nuevas propuestas vienen acompañadas de personas interesadas en mejorar o ayudar a formar espacios donde todos vivan dignamente, por eso en el diplomado Metropolitan Landscapes, impartido por el Tec de Monterrey en conjunto con la Architectural Association (AA) en Londres, podrás encontrar un programa comprometido con el desarrollo sostenible y herramientas innovadoras para el diseño. Capacitado para abordar los desafíos contemporáneos del mundo actual.
Fuente: Sobrepoblación y consumismo, principales retos para un desarrollo regional sustentable, El crecimiento poblacional de México, Reflexiones sobre el problema de la vivienda en México, Nueva arquitectura espacial, pobreza urbana y desigualdad territorial, El reto arquitectónico ante un mundo irremediablemente urbanizado.