Tec Review conversó con dos expertos en neurociencia, quienes nos platicaron sobre la necesidad de que las personas entiendan la necesidad de regular su estado emocional y responden: ¿existen diferentes tipos de inteligencia emocional?
Carlos Ardila, miembro del Buró Internacional de Neurociencias Cognitivas Aplicadas, explica que la neurociencia no establece una clasificación como tal sobre tipos de inteligencia emocional, sino que –por el contrario– ésta se conforma de dos tipos: interpersonal e intrapersonal.
Ardila explica que, según Howard Gardner, existen cuando menos ocho tipos de inteligencias en el ser humano, que son:
Sobre estas dos últimas clasificaciones, Ardila añade que otro autor, Daniel Goleman, plantea la teoría de la inteligencia emocional como la combinación de la interpersonal y la intrapersonal.
Por tanto, explica que la inteligencia emocional consiste en la capacidad del ser humano en relacionarse con los demás, tener empatía y entender los motivos y necesidades de otras personas (inteligencia interpersonal); junto con la capacidad de entenderse a uno mismo qué se desea y el porqué (inteligencia intrapersonal).
La esencia de la inteligencia interpersonal se manifiesta más en los políticos, vendedores, maestros, médicos y los dirigentes religiosos, tal como lo describe Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional.
Mientras que en la inteligencia intrapersonal juegan más las aptitudes emocionales y sociales.
Goleman subraya que en la vida cotidiana no existe nada más importante que la inteligencia intrapersonal ya que, a falta de ella, no acertaremos en decisiones como la elección de la pareja, con quien vamos a contraer matrimonio, en la elección del puesto de trabajo, entre otras decisiones. Además, dice que es necesario que la escuela se ocupe de educar a los niños en el desarrollo de estas habilidades.
Matías Bertone, director académico del Consejo de Neurociencia Cognitiva de Cifal Argentina, organismo de las Naciones Unidas, señala que situaciones extremas –como la pandemia– provoca en las personas pensamientos que no necesariamente son benéficos para su salud mental y, entonces, la forma de aprender a desarrollar la inteligencia emocional es estar consientes de los pensamientos que tenemos y cambiarlos.
Cita un ejemplo: “si estoy angustiado por la pandemia o por la situación económica y empiezo a tener pensamientos de desesperanza, tendría que, voluntariamente, racionalmente, reestructurar esos pensamientos, cambiarlos, porque si no, van a retroalimentar ese estado emocional negativo en el que me encuentro”.
Bertone habla de la necesidad de tener la capacidad de cambiar pensamientos que vienen a la mente por situaciones que están fuera de nuestras manos.
“No podemos cambiar la situación externa, pero sí somos dueños de nuestros estados emocionales, de lo que pasa de la cabeza hacia adentro”.
Comenta que algunos casos como el desempleo, que se ha incrementado en diversos países, pueden ocasionar que muchas personas se sientan deprimidas, porque no consiguen trabajo o porque creen que son inútiles o poco valiosas.
“En realidad esta persona tendría que resolver su estado emocional modificando sus pensamientos. Se debe pensar: ‘la verdad es que el mercado laboral está mal y mi valor como persona no depende de que consiga o no trabajo’. Digo esto porque no se puede pensar que, si el lunes no tengo trabajo, soy un inútil, pero si el martes ya consigo uno entonces ya no lo soy. Ese cambio de estatus en 24 horas, de ser inservible a servible, no es cierto. Por eso se debe aprender a pensar de forma racional“.
Bertone dice que también es necesario realizar modificaciones conductuales, es decir, una persona que está triste, deprimida y ansiosa tiene que cambiar ciertas rutinas y eso la va a ayudar a que todo este proceso de mejora en sus emociones sea más sencillo.
“Cuando uno se deprime tiende a aislarse, y cuando uno se aísla se deprime más: es un círculo vicioso. También está el hacer ejercicio, tener actividades sociales, recreativas, cosas que generen placer. Así es mucho más fácil de dominar nuestros propios pensamientos y generar inteligencia emocional”, explica.
Carlos Ardila, quien también es biólogo y neuropsicólogo reconoce que, en su experiencia, existe una brecha para llevar la teoría a la práctica en el ejercicio de la inteligencia emocional, razón por la cual es necesario buscar ayuda profesional.
“No estábamos acostumbrados a ejercitar nuestra inteligencia emocional, y la llegada y larga duración de la pandemia nos obligó a hacerlo a marchas forzadas. Es como la persona que nunca entrena para una competencia física y de repente le dicen que tiene que correr un maratón”, comenta Ardila.
Agrega que es necesario que personas aprendan a regresar a niveles de equilibrio emocional y autorregularse ante el miedo que ocasionan situaciones extremas.
“Para ello hay que reducir los niveles de estrés y –muchas veces– esto se logra con la ayuda de una persona o incluso un equipo. Esto con el objetivo de que puedas expresar tus emociones y tener apoyo para regresar al estado de equilibrio, que es el estado en que podrás ser productivo y tener buen desempeño en tus labores y actividades cotidianas”.
Ardilla comenta que estas ayudas fungen como el entrenador en las carreras. “Él o ella, o grupo de personas, ya han recorrido varias carreras, han entrenado a varias personas, saben qué cosas sirven y cuáles no para la preparación de la carrera. Algo así es lo que necesitamos para ejercitar nuestra inteligencia emocional, para manejar el estrés, para regresar a nuestro estado de equilibrio”, cita.
Para ello, es necesario encontrar a quien contarle tus problemas o situación emocional, que no sea ni un miembro de la familia ni un amigo, sino alguien neutral, que se dedique a temas de entrenamiento del cerebro, de salud mental y de inteligencia emocional para ayudar a equilibrar las emociones de las personas.
Ardila comenta que las ventajas de volver al estado de equilibrio son varias, desde una mejoría de la salud mental o física de la persona –que su cabeza y cuerpo funcionen mejor– hasta volverse un vehículo para ayudar a otras personas.
“Si uno puede volver a ese equilibrio emocional, aprender a ponerse en los zapatos de otras personas y lograr empatía, esto nos permite ayudar a que otros puedan llegar a su equilibrio emocional, se puedan tranquilizar y desarrollar también inteligencia emocional”, dice el también académico en neurociencias.
Tanto Matías Bertone como Carlos Ardila, especialistas en neurociencia, coinciden en la necesidad de que las personas ejerciten su cerebro para lograr mayor inteligencia emocional, que no es más que reconocer y aprender a manejar las emociones.
Bertone dice que se debe entrenar el lóbulo frontal, que es la parte del cerebro encargada de corregir nuestros estados emocionales.
“Toma entre 20 a 40 años en madurar, pero su entrenamiento inicia en edades tempranas. De ahí la necesidad de decir a los padres que durante la crianza de los hijos permitan situaciones que les ayuden a desarrollar inteligencia emocional, para que no se presenten ‘anomalías’ como que los jóvenes se quieran quitar la vida porque terminaron una relación de pareja, o entran en cuadros depresivos porque reprobaron una materia en la escuela”.
Dice que estas situaciones de desequilibrio pueden llevar a personas a agredir a otras.
“Los gobiernos se centran en atender a la víctima de la violencia y eso –sin duda– está bien, pero hay que hacer un trabajo también con el criminal, porque si no se trabajaba en su inteligencia emocional, nunca va a haber corrección de su conducta antisocial”, dice Bertone.
Por su parte, Carlos Ardila recomienda que las personas inviertan en su inteligencia emocional, pues conocer y ejercitar cómo funciona el cerebro es la base para mucha de las decisiones trascendentales en la vida.
“Sería ideal que el Estado dedicara recursos para este tipo de profesionales para que ayuden a las personas a desarrollar inteligencia emocional. Insisto, se requiere de acompañamiento para que se vean resultados, porque pasar de la teoría a la práctica es muy difícil en la realidad. Y si las sociedades no lo permiten, entonces debemos procurar buscar ayuda por nuestra cuenta”, añade Ardila.
De ahí, dice el experto, que tener este tipo de ayuda profesional se convierte en una inversión, no en un gasto, porque repercute en el estado emocional de la personal, lo que a su vez lleva a tomar mejores decisiones.
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