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Salud intestinal: Cómo la microbiota impacta el metabolismo

Escrito por Vicerrectoría Educación Continua y Posgrados | abril 16, 2025

Conoce la manera en que la microbiota intestinal influye en la digestión, el metabolismo, el sistema inmune, e, incluso, el estado de ánimo.

Durante años, se pensó que el intestino era simplemente un órgano de tránsito y absorción. Sin embargo, hoy sabemos que es mucho más que eso: es el hogar de una cantidad impensable de microorganismos que desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento del cuerpo. 

Esta comunidad microbiana, conocida como microbiota intestinal, influye en procesos tan importantes como la digestión, el sistema inmunológico, el metabolismo y el estado de ánimo. Entender su funcionamiento y cómo mantenerla en equilibrio es clave para mejorar la salud intestinal y, con ello, el bienestar general.

¿Qué es la microbiota intestinal y cuál es su función?

De acuerdo con el libro Microbiota y Microbiomaterapia en Gastroenterología (2023) publicado por la Asociación Mexicana de Gastroenterología (AMG) como parte de la serie Clínicas Mexicanas de Gastroenterología, la microbiota intestinal es un ecosistema complejo formado principalmente por bacterias, pero también por hongos, arqueas, protozoos y virus que habitan el tracto digestivo, especialmente en el colon. Esta comunidad microbiana llega a ser tan densa que puede alcanzar hasta un billón (10¹²) de células por cada gramo de sustancia intestinal (p. 4), cantidad que supera en número a las células humanas en nuestro cuerpo.

Su función es tan amplia como vital. Según el mismo libro, estos microorganismos ayudan a descomponer fibras que el cuerpo no puede digerir por sí solo, producen vitaminas importantes como las del grupo B y la K, y generan compuestos que protegen contra la inflamación y apoyan el buen funcionamiento del sistema inmune. Además, colaboran en el mantenimiento de la barrera intestinal, lo que ayuda a evitar que sustancias dañinas pasen al resto del cuerpo (pp. 19-21).

También se ha descubierto que la microbiota está conectada con el cerebro. El artículo “The Microbiota-Gut-Brain Axis”, publicado en la revista Physiological Reviews (2019), señala que forma parte del llamado eje intestino-cerebro, una vía de comunicación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso. Cuando la microbiota está equilibrada, puede influir positivamente en el estado emocional; pero cuando no lo está, su impacto puede ser negativo.

Impacto de la alimentación y el estilo de vida en el equilibrio intestinal

La dieta es uno de los principales factores que determinan la composición y función de la microbiota intestinal. De acuerdo con el artículo “Colonizadores del cuerpo humano: la microbiota” publicado por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), lo que comemos influye directamente en el tipo de microorganismos que predominan en el intestino y en su capacidad para participar en procesos clave como la fermentación de carbohidratos, la producción de vitaminas y la síntesis de ácidos grasos de cadena corta.

Una alimentación rica en fibra, basada en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, favorece el desarrollo de bacterias benéficas que ayudan a mantener un ambiente intestinal saludable. Estos alimentos contienen compuestos que actúan como prebióticos, es decir, sirven de “alimento” para las bacterias buenas. La publicación especializada de la AMG señala que algunos de los prebióticos más efectivos se encuentran en ingredientes como el ajo, la cebolla, las alcachofas (p. 80), la avena y el plátano.

Asimismo, el libro indica que son beneficiosos los alimentos que contienen probióticos, es decir, microorganismos vivos que, al ser consumidos en cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios a la salud. Yogur natural sin azúcar, kéfir, chucrut, kimchi, kombucha y miso son algunos ejemplos comunes de alimentos que pueden ayudar a repoblar la microbiota y mejorar la digestión (pp. 164-165). Sin embargo, no todos ellos contienen microorganismos vivos en cantidades suficientes al momento del consumo, por eso, es importante elegir productos que indiquen en la etiqueta la presencia de cepas específicas y vivas.

Además de la alimentación, se ha observado que el estilo de vida moderno occidental, caracterizado por factores como el sedentarismo, cambios en la alimentación, el bajo contacto con ambientes naturales y el uso frecuente de antibióticos (p.108), también puede alterar la composición de la microbiota intestinal, reducir su diversidad microbiana y aumentar la permeabilidad intestinal, lo que afecta tanto la función digestiva como el sistema inmune.

¿Cómo cuidar la microbiota intestinal para mejorar el bienestar?

Cuidar la microbiota intestinal es cuidar múltiples funciones del cuerpo al mismo tiempo. Para favorecer su equilibrio, los profesionales de la salud pueden recomendar:

  • Incluir más alimentos ricos en fibra prebiótica, como frutas, verduras, legumbres, avena o plátano.
  • Consumir alimentos fermentados con probióticos, como yogur natural sin azúcar, kéfir o miso, asegurándose de que contengan cepas vivas y específicas.
  • Evitar los ultraprocesados, azúcares añadidos y grasas saturadas, que alteran la microbiota y promueven inflamación.
  • Fomentar el movimiento y la actividad física, que se asocian con una mayor diversidad microbiana.
  • Dormir bien y manejar el estrés, ya que ambas acciones pueden influir en el eje intestino-cerebro y, con ello, en el equilibrio de la microbiota.

Estas estrategias, aunque sencillas, pueden tener un efecto profundo en la salud digestiva, metabólica e incluso emocional.

Más allá del intestino: el rol de los profesionales de la salud

La salud intestinal es un reflejo de los hábitos cotidianos, pero también un campo fértil de estudio que sigue revelando nuevas conexiones entre el intestino, el metabolismo y el bienestar. Para los profesionales de la salud, como tú, entender estas interacciones ya no es opcional, sino esencial.

Capacitarse en herramientas que permitan interpretar con rigor la creciente evidencia científica sobre la microbiota representa una gran oportunidad para impactar positivamente en la salud de los pacientes. Una vía para lograrlo es estudiar bioestadística aplicada a la investigación clínica, una disciplina que brinda los conocimientos necesarios para analizar datos, evaluar resultados y tomar decisiones basadas en evidencia. Este tipo de formación te permitirá desarrollar estrategias más informadas, personalizadas y efectivas.