Del total de empresas familiares surgidas cada año en México, únicamente el 30% llegan a la segunda generación y menos del 15% llegan a la tercera generación. El Ing. David Xotlanihua González, consultor de empresas familiares en el Centro de Familias Emprendedoras, comenta que “el 85% de los fracasos se deben a problemas propios de familia empresaria, más que a problemas de la empresa”, esto demuestra una alarmante falta de formalización de dichos negocios de familia que, a pesar de tener el potencial y los recursos, no tienen una estructura que les proporcione estabilidad y promueva el crecimiento.
Según estudios de la firma KPMG, “en México, más de 90% de las firmas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tienen una clara representación familiar en el capital y en el control”. Es claro que este sector representa una parte importante de la economía del país y, sin embargo, son pocos los apoyos, tanto monetarios como pedagógicos, para las necesidades específicas de las empresas familiares. Esto causa que estos negocios no se encuentren preparados para uno de sus mayores retos: la continuidad de la empresa a lo largo de las generaciones. Tal fenómeno es tan común que ya se tiene un dicho en Latinoamérica: “la primera generación funda la empresa, la segunda la hace crecer y la tercera liquida todo”.
Una empresa familiar se comporta de una manera muy particular ya que los intereses personales como unidad familiar y los objetivos del negocio pueden entrar en conflicto, por lo cual es indispensable tener lineamientos que ayuden a evitar malentendidos en situaciones que se pueden volver sensibles y traer consecuencias negativas al negocio. ¿Qué acciones pueden tomar las personas que tienen una empresa familiar para asegurar el valor con el paso de las generaciones?
Establecer los órganos de gobierno dentro de la empresa familiar (consejo de familia, consejo de empresa y family office).
Crear la Constitución Familiar, donde se regula la participación de los miembros de la familia en el negocios.
Tener planes de sucesión y de traspaso de propiedad.
Establecer los criterios de selección de los candidatos potenciales a diferentes puestos y capacitarlos para que puedan asumir las funciones sin dañar a la organización.
Estas son sólo algunas de las medidas tangibles para crear estructura dentro de la empresa, sin embargo, para que éstas tengan éxito es necesario que el personal y los miembros de la familia se comprometan con los valores y la misión de la empresa. Esto último no es tarea fácil ya que la separación generacional puede obstaculizar los puentes de comunicación, no obstante, es una exigencia desarrollar a las siguientes generaciones como buenos dueños de negocios y convertirlos en jóvenes emprendedores para que la empresa familiar no desaparezca.
La tercera generación (y las que le siguen) no tienen porqué implicar el fin de la empresa familiar, aquellas empresas que han sobrevivido y evolucionado no es por mera suerte, sino por la formalización de sus operaciones y aprovechamiento del interés de miembros de la familia en aportar valor al negocio.
Con el manejo adecuado, tu empresa familiar será una organización que se fortalece con el paso del tiempo gracias a la contribución de diferentes generaciones.
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