La inteligencia emocional es la forma como respondemos ante las emociones.
Daniel Goleman, periodista y escritor estadounidense, la define como la capacidad de automotivarse, resistir las decepciones, controlar impulsos y demorar la gratificación, mostrar empatía y esperanza.
No es algo con lo que se nazca sino que se desarrolla a lo largo de la vida y permite tener conciencia social y establecer vínculos saludables.
¿Cómo desarrollarla? Mario Carvajal, psicólogo de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey, recomienda a sus pacientes que observen sus conductas y patrones, que identifiquen sus emociones, las describan, ubiquen el origen y cómo responden cuando las experimentan.
El paciente hace el ejercicio de cuestionarse y ver si son o no adecuadas sus reacciones y –a partir de ahí– pueden modificar sus respuestas en el futuro.
Se han caracterizado, cuando menos, ocho tipos de inteligencia emocional en el ser humano, de acuerdo con Howard Gardner, un psicólogo de la Universidad de Harvard y son:
El integrante del Buró Internacional de Neurociencias Cognitivas Aplicadas, Carlos Ardila, concuerda con Daniel Goleman en que la inteligencia emocional responde a una combinación entre inteligencia interpersonal e intrapersonal, siendo ésta última fundamental en la vida social, con la pareja o en nuestro trabajo.
Situaciones que se salen de nuestro control como la pandemia pueden generar pensamientos como desesperanza.
Matías Bertone, director académico del Consejo de Neurociencia Cognitiva de Cifal Argentina, recomienda identificarlos y cambiarlos.
Una persona que experimenta tristeza en su vida tiende a aislarse, pero si modifica su conducta y se propone hacer ejercicio o realizar actividades que le gusten ese sentimiento cambiará.
Cuando esos pensamientos persisten, hay que buscar ayuda profesional para encontrar escucha y orientación.
Carlos Ardila añade que el Estado debería invertir en la formación de profesionales que ayuden a las personas a desarrollar la inteligencia emocional desde temprana edad pues el estrés, ansiedad y depresión repercuten en el desempeño y actividades de las personas y, en ese sentido, la terapia debería verse como una inversión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como un estado de bienestar completo: físico, mental y social Además, la salud mental sirve para afrontar dificultades y establecer relaciones interpersonales sanas.
“La salud mental está presente en todo lo que hacemos, por lo que nuestro bienestar emocional va a afectar en todo, desde cómo te desenvuelves en el trabajo hasta cómo interactuamos con nuestros amigos, pareja o conocidos”, resalta el psicólogo clínico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Augusto Martínez Ruvalcaba.
Durante el aislamiento por la pandemia, se ha registrado un aumento de casos con ansiedad, depresión, trastornos del sueño y estrés pos traumático. Es por ello que se han creado programas como Salud mental Covid y Duelo Covid para la población en general.
¿Cómo mejorar la salud mental? Estableciendo horas de trabajo, comida, descanso y sueño fijas, comiendo sano, no saturarse de noticias, mantener presentes metas y objetivos, y sostener reuniones virtuales con seres queridos hasta que existan las condiciones para volver a estar en contacto físico.
El 2020 dejó un saldo de 300 millones de personas diagnosticadas con deepresión, reportó la OMS, y augura que sus efectos persistirán en la salud mental de la población.
Mariana Núñez, psicóloga de la Universidad Autónoma Metropolitana, brinda algunos signos de alarma que pueden ayudar a identificar a esta enfermedad que se ha convertido en la principal causa de discapacidad y en casos extremos pueden llevar al suicidio:
Hay personas que lo están pasando mal en la pandemia como las mujeres víctimas de violencia, las personas de la tercera edad que viven lejos de familia y amigos, personas en duelo por alguna pérdida financiera o material, y aquellas con predisposición genética que requieren medicamentos para regular la secreción de dopamina y serotonina.
Existe otro factor que predispone a la depresión: vivir rodeados de personas tóxicas, especialmente si es la familia, porque no permiten el desarrollo de autonomía y hay una dependencia emocional entre los miembros; anulan las decisiones personales; no permiten vínculos con otras personas, entre otros factores, de acuerdo con Marcos Vicuña, director de Bienestar y Consejería, Región Occidente del Tec de Monterrey.